Orar... Orar... Orar... Orar... Orar... Orar... Orar... Orar... Orar... Orar...
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La oración es la fuerza más poderosa de cambio y sanación, mas debe tener como único objetivo el Amor de Dios, Su Luz y el perdón.
Orar... Orar... Orar... Orar...
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Orar... Orar... Orar... Orar...
No hay otra solución para acabar con el sufrimiento humano.
Orar... Orar... Orar... Orar...
Orar... Orar... Orar... Orar...
Orar... Orar... Orar... Orar...
Orar sin cesar.
Orar continuamente.
Orar cada vez que se pueda.
Orar hasta más no poder.
Orar hasta que no tengas un solo resentimiento.
Orar hasta que la Paz de Dios te envuelva.
Orar hasta que sientas gozo.
Orar hasta que sientas un amor indescriptible por todos los seres.
Orar hasta que veas un mundo de Luz.
Orar hasta que vueles más alto que un águila y toques el infinito con tu corazón.
Orar hasta que tus manos se vuelvan mansas.
Orar hasta que de tu boca sólo salgan flores blancas sin espinas.
Orar hasta que tus ojos únicamente vean belleza.
Orar hasta que se te acaben las dudas.
Orar hasta que el miedo quede en el olvido.
Orar hasta que llores de alegría.
Orar hasta que tus pensamientos se vuelvan chispas doradas.
Orar hasta que el pasado haya sido disuelto y tengas un instante de eternidad.
Orar hasta que reconozcas que no eres un cuerpo mortal, sino un espíritu de luz que vive por siempre.
Orar hasta que la oración sea tu único canto, tu única melodía, tu único aliento.
Orar hasta que tus pies hayan encontrado descanso y toquen pastos santos.
Orar hasta que respires aires celestiales.
Orar hasta que en tu mente vibren ideas divinas, que te recuerdan tu verdadero origen.
Orar... Orar... y más oración, y entonces se hará claro para ti hacia dónde te encaminas, en dónde está tu anhelo más profundo, tu destino final... el Cielo.
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