Hay días, como hoy, que veo tanta belleza que no podría ser creíble para los seres adormecidos por el miedo y el odio.
Las piedrecillas que forman el pavimento brillan como piedras preciosas de metal bruñido color plata, con un fulgor inusitado... y respiran. Cuando las contemplo de lejos, aparece ante mí una hermosa alfombra gris, de tal elegancia que parece que la han puesto para que camine sobre ella un rey de otra dimensión, un rey de Luz.
Hay veces, como hoy, que creo estar viviendo en otro mundo, donde Dios me habla a través de todo lo que me rodea. Nada me impide ver ese mundo alucinante y llenarme de alegría; ni la pandemia ni la oscuridad que envuelve a la tierra.
Hay otro mundo que es posible ver, tan fantástico y bello que ningún arte humano se le puede comparar.
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