Lo único que Jesús necesita para llenar al mundo de milagros es que nos acerquemos a él en oración, con un objetivo de amor y perdón. Ese fue su mensaje cuando estuvo en la Tierra... y sigue siendo el mismo... y no cambiará jamás.
Parece que su mensaje ha sido olvidado, parece que ha desaparecido; pues sólo se habla de condenación, de castigo y no de la Infinita Misericordia de Dios. El perdón y el amor es la respuesta a todo el sufrimiento que vive el mundo... no hay otra.Hay demasiado odio en el mundo, demasiado dolor; pero aún hay esperanza... siempre la ha habido; pero la hemos buscado donde no está: en la venganza, en la ira.
La verdadera esperanza está en el Amor de Dios, que es dulce y nunca ataca. Tenerle miedo a Dios es no entenderlo. Bastaría con una pequeña experiencia verdadera de Su Amor para darnos cuenta de que Dios es sólo Amor... que Su Amor es perfecto y que el sufrimiento NO ES SU VOLUNTAD. Pensar que Dios enseña por medio del dolor es no entender Su Amor.
El odio nos ha cegado y no permite que veamos la hermosa Luz que hay en nuestro interior y en todos los seres. El sufrimiento moral y físico nos ha hecho olvidar nuestro más anhelado objetivo: ser felices. Pero sin amor y perdón es imposible la felicidad, pues ésta es sólo una consecuencia natural de tener paz y sentir amor por todos.
El problema no está en entender el claro mensaje que dejó Jesús; el gran problema es que no hemos querido aceptarlo, porque aceptarlo implica amar y perdonar.
Sin perdón, no hay amor.
Sin amor, no hay perdón.
Reflexionen sobre lo anterior.
Como ya lo dije antes: es tiempo de reflexionar, ya es tiempo... siempre ha sido tiempo para hacerlo.
¿Cuánto tiempo más dejaremos pasar para hacer una reflexión profunda sobre nuestras vidas, sobre nuestra propia falta de amor y no sobre la de los demás?
No puedes decidir por otros... sólo por ti.
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