top of page
  • Writer's pictureMario PrudHomme

Escribir: Un trabajo Titánico


paisaje con atardecer

Hoy, por la mañana, acabé de darle las últimas pinceladas a mi primer libro: "El Cielo es para todos". Es un día feliz, pero extraño a la vez, y no sé la razón: quizá sea porque es como dejar de cuidar y educar a un hijo, y permitirle que parta, debido a que ya alcanzó la madurez necesaria para experimentar el mundo por su cuenta, y entonces es posible que se le extrañe.

Yo me daría un premio al esfuerzo y a la dedicación. ¡Así de difícil fue escribir mi primera obra! Me llevó nueve largos años finalizarla: incontables correcciones gramaticales; infinidad de revisiones conceptuales; darle musicalidad, tono y color a cada frase, a cada oración, y armonizarlas entre sí. Tuve momentos de angustia, frustración y miedo. Miedo por la enorme responsabilidad de transmitir un mensaje tan amoroso e importante para la humanidad. También tuve instantes de una indecible emoción, donde una ternura muy acogedora envolvió mi corazón y me hizo llorar.

Durante seis horas al día, por decir lo menos, recorría con mis ojos, a veces ya muy cansados, párrafos y más párrafos, algunos brutalmente confrontadores y otros dulcemente esperanzadores. Con pequeños o grandes cambios en su estructura, trataba de sacar a la luz su significado más profundo. Tuve muchas sesiones de revisión y corrección del texto con mi amorosa maestra de gramática y redacción, mi estimada Leticia Rosales, brillante catedrática de la UNAM y editora. Sin la gran comprensión que ella tiene del idioma español y los estilos literarios de éste, yo hubiera estado perdido y no habría podido encontrar la solución final a muchas partes del libro que todavía estaban confusas para mí. Ahora valoro enormemente a los grandes escritores. ¡Qué proeza plasmar en palabras bien escritas ideas y emociones tan diversas!

No sólo Leticia me ayudó a mejorar en forma notable el libro y a dar los últimos retoques del mismo. En un principio fui auxiliado en algunas partes del texto por Concha Latapí y Patricia Vázquez Orbegozo, compañeras de estudio de Un curso de milagros.

Eugenia Leñero, mi entrañable amiga, casi hermana, hizo la primera corrección de todo el libro. Cuquita Puente, fina señora y gran ser humano, hizo una segunda revisión.

Como puede verse, el contenido de "El Cielo es para todos" es producto de una conjunción de esfuerzos, los cuales me ayudaron a que esta obra quedara tal como la imaginé: bella, profunda y precisa, tal como debe ser una obra teológica. No soy escritor, mucho menos uno talentoso. Es por eso que me fue tan difícil dar a luz a mi primogénito libro. ¡Demasiados años para su concepción y nacimiento… casi una década!


Este texto forma parte de mi libro "Íntimo", que estará disponible hasta el año que entra.

Derechos reservados.

 

Busca el libro digital El Cielo es para todos en las siguientes plataformas:












2 views0 comments

Recent Posts

See All
bottom of page