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  • Writer's pictureMario PrudHomme

La Increíble Locura de los Dementes


paisaje con atardecer

A lo largo de los años, me he encontrado, dando seminarios de perdón, con personas que van a éstos y se oponen a perdonar. ¡¿Van a un seminario de perdón y no quieren perdonar?!

Es una locura que haya personas, y las hay muchas, que piensan que es mejor vivir con resentimientos, ira y deseos de venganza; sobre todo, si tomamos en cuenta los efectos desastrosos que provocan tales sentimientos en la mente y en el cuerpo.

Todos los problemas psicológicos provienen de una acumulación de resentimientos y que se guardan durante años, hasta que explotan en serios problemas de depresión, soledad y ansiedad; y no pasa mucho tiempo para que tales estados mentales provoquen enfermedades físicas. Querer guardar resentimientos y odio es un ataque contra uno mismo; es un suicidio lento, pero seguro.

Los resentimientos generan miedo y culpa, en un nivel muy profundo de la mente; y éstos en su conjunto comienzan a determinar todas nuestras decisiones, decisiones dementes que nos traen dolor más pronto de lo que nos imaginamos, hasta que tocamos fondo, y entonces nos preguntamos azorados el porqué llegamos a tanto sufrimiento. Y en la ira culpamos a los que nos rodean de nuestra miserable vida. En este punto, cegados por el dolor, el miedo y el odio, que la mayoría de las veces está oculto en el inconsciente, no queremos ver nuestra absoluta responsabilidad de lo que nos ha sucedido, y como perros rabiosos ladramos contra el mundo y contra los que creemos que son los culpables de nuestras lágrimas y el vacío tan desgarrador que quiebra el alma.

La locura de los resentidos, de los miedosos, de los iracundos y de los llenos de culpa es increíble, culpa de la que tratan de liberarse, proyectándola sobre otros. En su demencia, creen que el odio los hace fuertes, pero en verdad los vuelve débiles, a tal grado de que el más mínimo acercamiento a la muerte los aterroriza y corren despavoridos ante la Fuerza del Amor de Dios, que desearía curarlos y consolarlos, pero ellos no lo entienden porque los resentimientos los han cegado, y debido a esto no pueden vislumbrar ni una luz en el camino y toda esperanza la han perdido; sólo queda para ellos un infierno presente y futuro.

Los dementes no desean perdonar.

Los dementes van hacia un abismo y no se dan cuenta de ello.

Los dementes seguirán en su locura hasta que la humildad haga acto de presencia en su corazón por un instante, y entonces con ella se dirijan a Dios y le pidan que les muestre el camino para salir de su demencia y sufrimiento; y entonces, Dios, con todo Su Amor y Dulzura, les dará Su Respuesta: el amor y el perdón que proviene de Él es el único camino, la única esperanza, la única curación, que sanará toda alma triste y extraviada en la oscuridad; y será llevada ante Su Luz, y en Ella, la alegría reemplazará todo sufrimiento, sea cual sea éste. Amén.

Dios los bendice.



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